”Acompañamos a los niños y niñas a escribir su futuro con letras doradas para que decidan la persona qué quieren ser”

Habla con la ilusión y la pasión de una persona que acaba de empezar a dedicarse a su vocación profesional y, sin embargo, el Director de los Centros de Día de Aldeas Infantiles SOS en Andalucía, Juan Manuel Sánchez, lleva casi 20 años trabajando en la organización. A pesar de su larga trayectoria, sus palabras están impregnadas de energía, optimismo, convicción y amor por lo que hace.

Su trabajo es la mezcla de una misión y una vocación con un objetivo muy claro:

El Centro de Día tiene un objetivo muy elemental y muy trascendental a la vez, que no es otro que el de transformar la realidad social, personal, escolar y familiar de los menores por una realidad mucho menos vulnerable, de mayor bienestar y calidad […] Es decir, somos el cortafuegos que impide que las llamas amenacen el bienestar de la infancia.”

Misión del Centro de Día: mejorar el bienestar de la infancia en riesgo

Las funciones de su cargo son muy variadas, pero nos comenta que la principal es “ofrecer al equipo las herramientas para que puedan trabajar en las mejores condiciones, para que no les falten recursos y puedan cumplir con su misión, que no es otra que la de mejorar el bienestar y la protección de los niños y niñas con los que estamos trabajando”.

Hay otras funciones que van más enfocadas hacia el plano institucional, como la representación de la organización en comisiones municipales, velar por el cumplimiento de los planes anuales y, sobre todo, velar porque exista una buena gestión económica de los presupuestos que tenemos. Tenemos que optimizar al máximo, y de la mejor manera posible, los apoyos que nos brindan los socios de Aldeas Infantiles y eso hay que mirarlo y supervisarlo muy, muy bien”.

Acompañar a los menores a escribir su futuro con letras doradas

Cuando hablamos sobre los Centros de Día, Juan Manuel Sánchez aclara que su tarea más importante es la de “acompañar a los niños y a las niñas a escribir su futuro, pero a escribir su futuro con letras doradas, que sueñen, que digan dónde quieren ir, qué quieren ser, hasta dónde quieren llegar, que tengan un proyecto de vida en igualdad de condiciones que otros niños y niñas. Ayudarles a escribir su futuro”.

Otra de las misiones fundamentales es brindar un entorno de protección y seguridad: “son niños derivados por los Servicios Sociales, con unas circunstancias muy complejas, muy delicadas y la misión del Centro de Día es intentar que esos niños respiren protección y seguridad. El centro de día tiene la misión de conectar con el pasado, el presente y el futuro de la infancia, por eso me gusta decir que es un programa con alma”.

Mientras habla del Programa, su voz está llena de ilusión y hace énfasis en la importancia de dar segundas oportunidades: “¿Sabes lo que significa una segunda oportunidad para una persona? Es algo maravilloso, es algo muy grande porque los problemas parecen menos problemas, las circunstancias, cuando hay un apoyo detrás, cuando hay una ayuda detrás, se vive con menos intensidad, de una forma más esperanzadora”.

La cotidianidad del Centro de Día: una aventura

P: ¿Cómo es el día a día en el Centro y cómo es para ti y para los menores que atendéis?

R: Es una aventura. Es una aventura porque no sabemos lo que nos traen los niños y niñas preparado. A veces, son noticias o circunstancias muy agradables y otras no lo son tanto, y eso hace que estemos al pie del cañón y que vivamos nuestro trabajo con mucha ilusión, pero también con mucha alerta. Siempre observando, fijándonos en los detalles, estando pendientes de lo que hay detrás de los gestos, de las emociones, los comportamientos de los menores, con el objetivo de poder detectar situaciones de desprotección o de maltrato, que es lo que más nos preocupa. Somos como un monitor cardiaco, siempre alerta ante cualquier riesgo.

La atención principal es durante la tarde, dado que los menores cursan sus estudios elementales en horario de mañana. Aquí es cuando todo el equipo educativo se dedica a prestarle atención a esos niños y niñas y, también, a sus familias. ¿Qué es lo que hacen? Por un lado, atienden el refuerzo escolar, no es solamente atender a nivel curricular -hacer deberes, por ejemplo, sino también, promover la actitud positiva hacia su formación, el comportamiento en clase, el trabajo con su familia para que entiendan la escuela como un aliado y no como un ente que les complica la vida. La motivación, la relación con los iguales y hasta la alimentación son factores que tenemos presentes a la hora de coordinarnos con los docentes que les enseñan.

Es importante educar desde la vida, para ello consideramos realizar actividades como visitas, salidas, excursiones, asistencia a eventos culturales y deportivos, sobre todo para estimular el crecimiento personal y social de los niños y de las niñas. Son actividades que buscan las potencialidades, la creatividad, la resolución de conflictos, que conozcan recursos deportivos, educativos y culturales como la biblioteca, el cine, museos, instalaciones deportivas, al objeto de conocer otros entornos, otras personas, otros profesionales.
Pero realmente la tarde no da para mucho, porque a las ocho, tienen que estar en casa cenando y casi acostándose para el día siguiente.

La otra línea de trabajo, segundas oportunidades a niños expulsados

Además del trabajo que realizan en el horario de tarde, Juan Manuel nos explica que hay otra línea de actuación y son esas segundas oportunidades de las que nos habla: “en horario de mañana, también existe una parte muy importante en la atención a la infancia. Existe una realidad muy preocupante: la desatención a los menores que son expulsados del colegio por comportamientos no deseados o faltas a la convivencia. Nosotros pensamos que una expulsión no es una decisión que se adopte por el interés superior del menor o por motivos rehabilitadores o terapéuticos, es una medida disciplinaria que agudiza y agrava las situaciones de riesgo de los menores. No podemos apartar de la escuela a quien más la necesita. Las expulsiones se producen porque el sistema educativo no tiene los recursos para ofrecerles la atención especializada e individualizada que necesitan y nosotros compensamos ese vacío de riesgo. Les apoyamos en su proceso de cambio, en la promoción de una segunda oportunidad desde la reflexión intrapersonal y la gestión de emociones.
En otro orden más preventivo, asistimos a los colegios previa petición de los docentes para que esas sanciones y esas expulsiones no se cometan, interviniendo desde el centro”.

La satisfacción de este trabajo vocacional: que los niños nunca se sientan solos

P: ¿Qué es lo que más sentido le da a tu profesión? Es decir: qué momentos, situaciones o experiencias hacen que te sientas más realizado.

R: Hay muchos momentos, pero el sentimiento de satisfacción que es más compartido por todos y cada uno de los miembros del equipo es cuando una familia, un niño, una niña, que presentan miedos, dificultades, inquietudes y no saben cómo gestionar sus propias dificultades, para mí lo más importante es que ellos nunca se sientan solos, que estén siempre acompañados. ¿Quién no ha deseado tener al lado a alguien que lo apoye y acompañe cuando atraviesa momentos difíciles?

También cuando detectas situaciones de desprotección y de maltrato es una satisfacción enorme y, en este sentido nos preguntamos: ¿qué tiene esto de satisfacción? Cuando detectas y descubres que un niño lo está pasando mal y como profesional gestionas ese hallazgo comunicándolo a las administraciones correspondientes, es una satisfacción enorme porque estás sacando a un menor de su infierno, estamos parando un maltrato, una negligencia, un abuso sexual y cuando ves que toda la maquinaria del sistema empieza a funcionar, empieza a andar gracias a la gestión que se ha hecho en el programa no puedes evitar sentir una agradable sensación por el trabajo bien hecho. Has protegido y defendido a una persona que por sus circunstancias no podía defenderse ni protegerse, ¿hay algo más bonito que eso en la vida?

Otra de las satisfacciones, por supuesto, es el vínculo. El vínculo tan maravilloso que se consigue con los niños y con las familias cuando estamos trabajando con ellos. Una vez que conectas con los menores y sus familias, lo demás rueda solo, aparece la magia de las relaciones personales y de la autoridad moral que necesitas para ser parte de sus vidas. Nosotros no les decimos a los niños, niñas y a sus familias lo que tienen que hacer, sino que los vamos orientando a su propia toma de decisiones.

Un camino que no es siempre de color rosa: retos y desafíos

P: ¿Cuáles son, por otra parte, los mayores retos o desafíos?

R: La realidad que vivimos es muy convulsa, marcada por factores tecnológicos, políticos, ideológicos, económicos o religiosos y, de una manera u otra, afecta a la infancia. Por decirte algunos desafíos, los que más nos preocupan son los problemas de salud mental. España tiene la tasa más alta de Europa, está en un 21%, y tampoco podemos olvidar que la segunda causa de mortalidad en los adolescentes y los jóvenes es el suicidio provocado, también, por los problemas de salud mental. De hecho, Aldeas Infantiles, ya está poniendo en marcha programas donde se están atendiendo los problemas de salud mental de la infancia.

Tampoco podemos olvidar otros desafíos como el abuso o uso desproporcionado de las nuevas tecnologías. Hay un dato alarmante: los menores pasan una media de 45 horas a la semana obcecado al teléfono, o con videojuegos y eso, al final, genera problemas de inadaptación, de salud mental y de dependencia, cada vez más alarmante. También nos preocupa el acceso prematuro al contenido de adultos. El otro día se podía escuchar en las noticias que los menores empiezan a acceder a este tipo de contenido a partir de los 8 años. Por eso, estamos llevando a cabo talleres, sobre todo de concienciación y sensibilización, van dirigidos también a las familias, al objeto de enseñarles a poner controles parentales, a hacer seguimiento de los dispositivos electrónicos, incluso que sean conscientes de los peligros a los que se ven expuestos.

La alegría se ve reflejada en los ojos de los niños

P: ¿Cuáles son los instantes de mayor alegría para los menores?

R: Después de casi 20 años trabajando en Aldeas he percibido muchas alegrías en los menores, pero dentro de toda la complejidad y dificultad que viven muchos de ellos, cuando los niños empiezan a percibir la paz y la tranquilidad en la familia, cuando se sienten protegidos y sienten que son escuchados o cuando les preguntas qué les pasa y te lo cuentan. Ellos sienten que estás actuando, que no somos indiferentes a lo que nos están contando. Alegría al cosechar sus éxitos personales o académicos, eso aumenta su autoestima muchísimo.

Niños estigmatizados con que van a repetir curso, que no van a acabar bien y luego van viendo que van aprobando, que van sacando buenas notas, que van haciendo los deberes que en definitiva están cultivando un nuevo destino. Esos son los momentos en que su alegría se ve reflejada en sus ojos.

También hemos encontrado casos de niños que han sufrido traumas. Me acuerdo de una chica que no hablaba, tenía mutismo y fue en el Centro de Día, a raíz de una actividad, cuando la niña empezó a hablar.

Otro ejemplo: una vez que hicimos una actividad sobre el medio ambiente y lo estuvimos trabajando con los niños y niñas. Invitamos a las familias a que vinieran y la sorpresa de las familias fue que las clases las iban a dar sus propios hijos e hijas. Se sentían protagonistas, veían a sus padres escuchándoles con atención, le hacían preguntas y éstos respondían con mucha satisfacción… aquella experiencia tuvo un valor incalculable. Muchos de ellos descubrieron que eran capaces de cualquier cosa en la vida. ¿existe mayor alegría que esa?

La filosofía del equipo: “ver la vida con ilusión, esperanza y positividad”

P: ¿Cuáles son las habilidades o cualidades más necesarias a la hora de realizar un trabajo como el tuyo y el del resto del equipo?

R: Mirada positiva siempre. Un problema es un objetivo. Esa es la filosofía. El educador que está trabajando en los Centros de Día tiene que ver la vida con ilusión, con esperanza, con positividad y tiene que entender que todos los problemas tienen respuesta. Tenemos que ser audaces cuando nos vienen las dificultades, no podemos consentir que nos quedemos con los brazos cruzados cuando un menor viene con una dificultad, ahí tenemos que innovar. Innovar en sus vidas. Debemos partir siempre de que todos los problemas de la infancia tienen solución.

El educador tiene que ser un descubridor de las habilidades, competencias y fortalezas de los niños y niñas que atiende. Si el dibujo es una de ellas, vamos a potenciarle el dibujo. Si la cocina es una de ellas, también la trabajaremos. Las potencialidades son las aristas que emplea un escalador para subir a la cima, en nuestro caso son los soportes que tienen nuestra población para obtener el éxito de ser una persona solidaria, educada, con valores, formada y autónoma.

No debemos dejar ningún conflicto o problema sin gestionar. Aquí hay que gestionarlo todo. Para mí esas son las principales cualidades que tiene que tener. Hay que ver la vida con ilusión y con la confianza de que podemos mejorar la vida de las personas que atendemos, para eso estamos aquí.

Formar parte de Aldeas Infantiles SOS: “un estilo de vida”

P: ¿Qué significa trabajar y formar parte de Aldeas Infantiles SOS?

R: Pues significa implicarse, comprometerse, complicarte la vida para mejorar la de otras personas. Es un estilo de vida, es un privilegio para todo aquel que sienta de una manera especial los problemas de la infancia.

Nos queda mucho por hacer todavía, muchísimo. Siempre parto de que esto no se hace solo con el equipo de profesionales, esto lo construye mucha gente, especialmente los socios, que son los que hacen realidad estos programas, los que facilitan el cambio. Por ello aprovecho para agradecer ese apoyo solidario que tenemos de cada uno de ellos, porque si no es por esas aportaciones, lo que estamos haciendo no sería viable. Hay que seguir creciendo en servicios y en actuaciones porque las tasas de riesgo infantil no están bajando, la amenaza es constante y Aldeas Infantiles siempre alerta.