Educar con el ejemplo: el poder del modelado positivo
Dia Internacional de las familias

La familia tiene un rol determinante en el desarrollo de los niños que aprenden, no solo a través de la experiencia directa, sino también de la observación de las acciones de los demás y sus consecuencias.
Desde temprana edad los niños y niñas desarrollan su comprensión del entorno observando el comportamiento de las personas que les rodean. En la mayoría de los casos la familia tiene una influencia importante en ello. Este proceso, conocido como aprendizaje vicario, es una forma de adquisición de conocimientos basada en la imitación; se obtienen comportamientos y habilidades observando al otro.
Fue el psicólogo Albert Bandura uno de los primeros en describir cómo el aprendizaje vicario configura la conducta humana, especialmente durante la infancia. Según sus investigaciones, no aprendemos únicamente a través de la experiencia directa, sino también mediante la observación de las acciones -y las consecuencias de estas- en los demás.
Por eso, hablamos de la importancia de la familia como un núcleo sólido en el que poder dar ejemplo y educar. Pues también se pueden enseñar malos hábitos, incluso sin que padres y madres sean conscientes. Cada gesto y cada palabra cuenta, cada forma de resolver un problema o de afrontar un reto se convierte en una lección.
Referentes saludables en el día a día
Convertirse en un modelo positivo no significa perfección, sino ser conscientes de que la manera de actuar influye directamente en el desarrollo de los niños y niñas. Por ejemplo, un adulto que maneja una situación de estrés con calma, que muestra empatía hacia los demás o que cuida del entorno, está ofreciendo un aprendizaje más allá de las palabras.
¿Pero cómo convertirse en un referente saludable para educar en situaciones complejas? Estos son cinco ejemplos que se pueden aplicar en el día a día:
- Resolución de conflictos de manera respetuosa. Sin gritos ni violencia. Cuando surge una diferencia de opinión, en lugar de levantar la voz o imponer tu criterio, mira a los ojos, asiente y escucha lo que la otra persona dice. Luego, expón tu punto de vista sin culpas, manteniendo un tono calmado. Buscad juntos soluciones intermedias.
- Expresar emociones de manera adecuada. En lugar de reprimir sentimientos como la ira o el miedo, verbaliza lo que sientes en voz alta. Valida también las emociones de tu hijo o hija. Así ellos aprenden que todas las emociones son legítimas y adquieren el vocabulario emocional necesario para reconocerlas y comunicarlas.
- Mostrar empatía y solidaridad. Mantén el hábito de interesarte por el estado de ánimo de quienes te rodean. Al observar cómo ofreces tu tiempo y atención sin esperar algo a cambio, los niños interiorizan la idea de que el mundo mejora cuando nos ayudamos unos a otros.
- Cuidar el medio ambiente. Incorporar en el hogar rutinas como separar los residuos correctamente, reutilizar recipientes para almacenar alimentos, cerrar el grifo mientras te lavas los dientes…
- Mantener hábitos saludables en casa. Comparte con ellas y ellos el momento de planificar el menú semanal, enséñales a repartir las tareas del hogar, a seguir rutinas de descanso: acostarse a una hora regular, desconectar pantallas o leer un cuento.
Estrategias para ser un modelo positivo
Es natural querer hacerlo bien, pero también es importante recordar que no se trata de ser infalibles, sino de ser coherentes y humanos. Los errores al educar, incluso, pueden convertirse en valiosas oportunidades de aprendizaje si sabemos afrontarlos de manera constructiva. Para poder lograr todas las acciones explicadas anteriormente puede que estos hechos te ayuden:
- Practica la autoconciencia y párate a reflexionar sobre cómo reaccionamos ante determinadas situaciones.
- Puedes mostrar tu vulnerabilidad y reconocer los errores delante de los niños.
- Coherencia entre palabras y acciones. Si hablas sobre respetar a los demás y luego actúas de manera intolerante, generarás confusión.
- Celebra los pequeños logros, tanto propios como de los niños. Esto contribuye a construir una autoestima sana y motiva a seguir aprendiendo.
- Cuida de ti mismo, porque educar también implica mostrar que es importante cuidarse: descansar, pedir ayuda cuando se necesita, establecer límites saludables.
La infancia es una etapa decisiva para la construcción de la identidad y la forma de ver el mundo. Cuando los niños y niñas crecen en entornos donde predominan la empatía, el respeto y la responsabilidad, es más probable que interioricen estos valores y los reproduzcan en su vida adulta. A través del modelado positivo, las familias tienen la oportunidad de sembrar actitudes que serán claves en el futuro: habilidades para resolver conflictos, autoestima sólida y relaciones interpersonales sanas.