
En esta crisis que estamos atravesando en la actualidad, está cambiando nuestra forma de hacer y de pensar, también de ser. Y quizá sea sólo el comienzo.
Desde la Aldea Infantil de Tenerife hemos intentamos adaptarnos lo más rápido que pudimos a las exigencias que el coronavirus ponía frente a nosotros. Tanto nuestros chicos como los trabajadores, estamos muy unidos y conscientes de cuál es nuestro papel. Nos sentimos respaldados por nuestro territorio y la organización, lo que nos permite trasladar seguridad y confianza a nuestros menores, sus familias y trabajadores.
Es una sensación extraña después de 20 años trabajando en Aldeas como psicólogo y ayudante de dirección, no poder estar en contacto con los chicos y chicas ha sido muy duro. En las últimas semanas he tenido que adaptarme al teletrabajo y a ser útil desde la distancia. Durante estos meses, el trabajo en las Aldeas ha continuado, un hogar no se puede parar por nada del mundo.
Desde mi casa, con la ayuda de las nuevas tecnologías, intento ser un apoyo y ayuda para mis compañeros en todas aquellas cuestiones que tienen que ver con la logística, los recursos humanos, materiales de la Aldea y apoyo social/emocional a toda la comunidad educativa.
Me siento especialmente orgulloso por todos esos compañeros que, diariamente, en todas nuestras Aldeas están compartiendo este momento en primera línea con nuestros niños y jóvenes. Han protegido y dado el cariño necesario a estos niños en los peores momentos. Cada día a las 19:00 (en Canarias) cuando salgo a la puerta de mi casa a aplaudir a nuestros sanitarios, dedico también un merecido homenaje a todo el personal educativo de las Aldeas. Son verdaderos héroes.