
El día que llegamos no queríamos comer ni hacer nada, estábamos muy asustados. Con la ayuda de nuestra educadora pudimos entender el motivo por el que nos encontrábamos allí. Entendimos que no nos quitaron a nuestra madre, sino que por diferentes circunstancias de la vida no podíamos vivir con ella.

Vanesa hace años cuando crecía en Aldeas
Al poco de estar allí comprendí mi situación y lo que Aldeas significaba para mí. La Aldea estaba dividida en 9 casas. Mis hermanos y yo vivíamos en una de ellas junto a otra pareja de hermanos. Encarna, mi educadora, fue la que me enseñó a querer y nos proporcionó el cariño que nuestra madre no podía darnos en ese momento, formando una verdadera familia que nunca podré olvidar.
La situación de los demás niños que se encontraban en la Aldea era muy diferente a la nuestra, recuerdo historias muy dolorosas. Todos nos contábamos nuestras vidas y nos apoyábamos como verdaderos amigos.
Fuimos al colegio y participamos en actividades extraescolares. Íbamos al cine, de viaje, celebrábamos nuestros cumpleaños… A día de hoy puedo decir que era una niña feliz con una vida normal. En Aldeas me han ayudado a superar mis miedos y lo más esencial es que siempre me han escuchado y apoyado en todas mis decisiones. Ya no vivo con ellos, pero la organización nos sigue ayudando a lo largo de nuestro camino.
Aldeas me ha trasmitido unos valores tan importantes como la responsabilidad o la solidaridad que llevo conmigo siempre. Fueron años muy importantes para nosotros, nos ayudaron a saber qué era lo correcto y me enseñaron a valerme por mí sola, saber ayudar a los demás, levantarnos cuando nos habíamos caído, mirar hacia el futuro y, en resumen, tener un hogar donde todos éramos una familia. Desde aquí os doy las gracias por lo que hacéis e hicisteis con nosotros.